I
Cuando digo tu nombre, padre Río
mi corazón renace pez y greda
mi corazón renace pez y greda
y en lo más leve de tu barro queda
henchido por las zafras del rocío.
Cuando digo tu nombre desafío
la eternidad que en tu corriente rueda,
pampa de luz que en su trigal enreda
los vastos aires de tu señorío.
Busco en ti los confines del dorado,
los desiertos enjambres de la arena,
las sigilosas danzas chulupíes.
De tu latido y fuerza enamorado
muerdo en ti una recóndita colmena
y en azúcar de polen me deslíes.
Unknown | 9 de agosto de 2012, 12:15
que bellisimo poema!