ANGELES Y DIABLOS

ÁNGELES Y DIABLOS

AUTOR: Jorge Accame
EDITORIAL: Alfaguara Juvenil






SÍNTESIS DEL LIBRO
Este libro es una selección de relatos llenos de misterios y poesía. Una extraña mujer pidiendo auxilio al borde de un barranco o un personaje diabólico durante un baile de carnaval, son algunas de las increíbles apariciones y de los sucesos sobrenaturales.
Reúne siete cuentos situados en un territorio donde conviven seres de planos diferentes. Por un lado están los personajes sobrenaturales o mágicos: personas que vuelven de la muerte para cumplir una misión concreta como el caso de Celestino Moran en “No subió nadie” o el de la mujer que aparece “En el borde del barranco”; Por otro lado seres reales quienes se dividen en dos grupos: aquellos que son capaces de “ver seres del mas allá” y “aquellos que no pueden hacerlo”.
La mayoría de los cuentos poseen características del género  fantástico: sucediendo hechos extraordinarios como en el caso de “Se habla del Sur del cielo”, “Sobrevida”, “Efectos especiales”.



UN CUENTO: EN EL BORDE DEL BARRANCO”

La mujer apareció de golpe sobre la ruta y le hizo señas para que se detuviera. El hombre freno en la banquina unos metros más adelante. Ella se acercó y asomándose hacia adentro por la ventanilla, le dijo:
-¿Puede ayudarme? Mi auto se desbarrancó.
El hombre miró y descubrió un cartel arrancado y la huella profunda de unas ruedas que terminaban en el vacío.
-Suba-le ofreció
Pero ella dijo que iría a pie para mostrarle el camino.
El hombre la siguió hasta la curva. La vio parada en el borde del barranco, con el brazo extendido, inmóvil por unos segundos.
Luego la perdió en la neblina.
Bajó de la camioneta y cerró con llave.
En el fondo del monte divisó un automóvil rojo atorado en la maleza. Era un atardecer nublado y el verde de las plantas resplandecía.
-Señora- llamó.
Comenzó a descender lentamente porque la barranca era casi vertical. Resbaló dos veces antes de llegar y se rompió el pantalón. Pensó en la mujer. Se preguntó cómo se las habría arreglado en una pared tan escarpada.
-Señora –llamó otra vez.
Escuchó un llanto de niño que provenía desde el interior del auto. Se aproximó y a través de los vidrios astillados distinguió en el asiento de atrás un bebé de meses.
En el sitio del conductor había un cuerpo doblado sobre el volante.
El hombre tanteó las puertas pero estaban trabadas. Con cuidado, terminó de romper el parabrisas. Se retorció hacia adentro, llegó hasta el niño y lo sacó. Lo apoyó en el pasto, envuelto en su campera.
Luego volvió al conductor. Era la mujer que lo había detenido en la ruta. Empujó su cuerpo suavemente hacia el respaldo.
En el peso comprendió que estaba muerta. Una muerta serena, sin muecas de dolor ni de miedo. Solo en los suaves labios morados se alargaba un suspiro de cansancio, porque su instinto de hembra la había forzado a trabajar mas allá de las jornadas humanas.

Grupo de trabajo: Molina, Lisandro N., Rios, Lucas, Aban Franco.

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